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La avenida Venezuela, paso obligado hacia el puente internacional Simón Bolívar, registra solo el 30% de los comercios abiertos, pero sin compradores. Así lo dio a conocer Alberto Suárez, administrador de un almacén de ropa: “abrimos para acatar la orden de las autoridades, pero los días han trascurrido en blanco, sin una venta y no sé qué va a pasar”.
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La escasa circulación vehicular por la zona, salvo algunos convoys militares y patrullas policiales, hacen palpable a la vista a grupos de extranjeros arrastrando maletas hasta la aduana venezolana, en espera de la autorización para salir del país, lo que se ejecuta de forma intermitente.
La misma suerte no la tienen los venezolanos que se encuentran del lado colombiano, las autoridades nacionales les han impedido en las últimas horas abordar las unidades de transporte que los conduce hasta la línea limítrofe, a menos que sean estudiante o enfermos. Los demás deberán retornar al país por la frontera del estado Zulia, aunque por los caminos verdes o trochas continúan arribando personas a San Antonio, pagando solapadamente una cuota a quienes custodian dichos pasos.
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Sin abastecimiento
A pesar de que una de las razones que motivó el cierre de frontera fue el incontrolable contrabando de productos y alimentos hacia Colombia, según el gobierno. En los abastos y supermercados de la frontera las colas no cesan a una semana de tomada la medida. Más de cuatro horas esperan las personas en las afueras de los establecimientos, custodiados por personal militar para controlar alteraciones del orden público e impedir que medios de comunicación aborden a los que hacen las largas filas o se hagan fotografías.
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Rocío Vela, esperó unas dos horas afuera de un abasto para comprar pañales desechables y no logró completar la hazaña. “Mi abuela está en cama y los pañales que necesita los comprábamos en Cúcuta porque aquí nunca hay. Hoy supe que en este negocio llegaron, pero después de pedir permiso en el trabajo y hacer la cola por dos horas y media me dicen que se acabaron”, dijo.
Mientras tanto las caras de hastío se multiplican del lado venezolano y la pregunta del millón que todos se hacen es: “cuándo abrirán la frontera”; parece que si está no es la solución, al menos alivia muchos de los males que arrastran los venezolanos que habitan esa zona del territorio nacional.