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En la mañana de ayer, Migración Colombia informó en un comunicado que la exfiscal general venezolana, Luisa Ortega Díaz, quien llegó el pasado viernes al país, salió en vuelo de Bogotá a Ciudad de Panamá, donde haría una breve escala para luego tomar rumbo a Brasil.
El ente no precisó si Ortega viajó acompañada de su esposo, el diputado chavista Germán Ferrer, y dos de sus asesores. De cualquier forma, la prensa colombiana fue tomada por sorpresa, ya que especulaba sobre la posibilidad de que Ortega se trasladara esta semana a Estados Unidos.
En Caracas, el gobierno de Nicolás Maduro anunció que pidió a Interpol la emisión de una circular roja en contra de la exfiscal general y su esposo. “Espero que se cumpla”, dijo el mandatario durante una rueda de prensa.
Pero ¿qué busca la fiscal en Brasil y qué implicaciones ya deja para Venezuela su paso por varios países de la región? Expertos dieron respuesta a EL COLOMBIANO.
“Ella tiene información valiosa que genera preocupación en el régimen. Por ende la veremos no solo participando en foros, sino como un actor político que buscará en su momento regresar en una mejor posición a Venezuela para ejercer un cargo de elección popular. Brasil es el país que concentra la investigación de Odebrecht, y podría ser muy útil para ambas partes compartir datos”, explicó Ronal Rodríguez, investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario.
¿En qué escenario estaría Ortega más cómoda? Para los expertos, en cuanto asilo político sería Estados Unidos, donde en todo caso colaboraría con la justicia. También Brasil le resulta ventajoso en el sentido en que “sus eventuales revelaciones podrán ser investigadas de modo más hermético, para que así puedan traducirse en acciones concretas”.
Jesús Castillo Molleda, politólogo y docente de la Universidad del Zulia, recalca una disyuntiva en la que coincide con Rodríguez: “la fiscal tendrá que decidir entre seguir siendo una voz disidente o pedir asilo político”. En este último caso, paulatinamente tendría que mermar su activismo contra el régimen de Maduro.
Castillo cree que “está claro que Ortega Díaz eventualmente preferirá la estabilidad y protección, a cambio de dar alguna información”. Por su parte, Rodríguez advierte que “el asilo político la amarraría, y no tendría un margen de acción claro. Además sin el asilo los gobiernos de la región igual la protegerán y le facilitarán algunos medios”.
Sea lo que sea, la disidente Ortega sigue suscitando la atención de una comunidad internacional que mantiene su presión sobre el régimen venezolano.