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Mientras Colombia declaró en julio que la fase más crítica del Zika se superó y que el país se convertía en el primero del continente en lograrlo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció ayer que la epidemia sigue constituyendo una emergencia sanitaria de alcance internacional, dada su continua expansión geográfica y las amplias lagunas sobre sus efectos neurológicos.
“El hecho de que desde la última reunión se hayan declarado brotes en distintas zonas geográficas y que sigan existiendo enormes lagunas sobre sus efectos colaterales nos obligó a mantener la definición de emergencia sanitaria internacional”, dijo el director del Comité de Emergencias del organismo, David Heymann.
Y es que en las últimas semanas se han confirmado cuatro casos en Guinea Bissau y un centenar en Singapur sin origen determinado aún. Además, continuó Heymann, “todas las incógnitas permanecen sin respuesta, dado que no se conoce por qué el virus provoca graves efectos neurológicos en algunos casos y en otros no”.
A a esta incertidumbre se suman otras. Según Iván Darío Vélez, director del Programa de Estudio y Control de Enfermedades Tropicales (Pecet) de la Universidad de Antioquia, el hecho de que se haya probado el contagio del virus por medio de la vía sexual y que no haya mayor información al respecto despierta el pánico mundial.
Además, los mecanismos de escape del mosquito transmisor, el Aedes aegypti, preocupan cada vez más. “El mosquito ya no está solo en zonas urbanas, ya no solo pica en el día, ya no se reproduce solo en aguas limpias y ha creado una serie de mecanismos muy sofisticados para adaptarse a las actividades del hombre”, añade Vélez.
“Los viajes, que permiten dar la vuelta al mundo en pocas horas, favorecen la llegada de nuevos patógenos antes, incluso, de que las personas afectadas hayan manifestado sintomatología”, detalla.
Además advierte que las migraciones en masa por motivos de hambruna, sequía y guerras, y su alojamiento en campos de refugiados mal acondicionados agravan el fenómeno.
Por eso, Johanna Hanefeld, investigadora del grupo de Política Pública de la Escuela de Londres sobre Higiene y Medicina Tropical, recuerda que la mayoría de patógenos son transfronterizos y cualquier estrategia de prevención y control es obligatoriamente internacional: “los esfuerzos unilaterales no permiten hacer frente a este tipo de fenómenos si no se tienen mediadas coordinadas y consensuadas entre países afectados y organizaciones internacionales”, concluye.