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Con un portugués delicado, pausado y usando la palabra precisa para cada respuesta, la periodista Dorrit Harazim, con 50 años en el oficio se declara sorprendida con el premio que recibirá el próximo 30 de septiembre en Medellín: el Reconocimiento a la Excelencia del Premio Gabriel García Márquez de Periodismo. Con la experiencia que le han dado los años habla de su historia, aconseja a quienes desempeñan el oficio y a los que apenas inician el camino.
“Como persona fue sin duda alguna el ataque a las Torres Gemelas en Nueva York. La división entre periodista y ser humano fue un poco compleja sabiendo que como periodista eso era un acontecimiento de vigor para el reordenamiento político del mundo y así lo fue. Al mismo tiempo estaba viviendo con mi hija en Nueva York, ella estudiaba allí y tenía tres compañeras más que estaban lejos de sus madres, entonces tuve que dividirme entre ser madre y una persona que intentaba un mínimo de orden. Fue un desafío como ser humano y como periodista”.
El jurado del premio la destacó por su capacidad para encontrar aspectos que otros periodistas pasan desapercibidos, ¿cuáles son esas cosas en las que usted fija su atención?
“Tal vez deberías preguntarle al consejo rector del premio porque no sé cuáles de mis escritos evaluaron (risas).
Sin embargo, voy a intentar intuir qué es lo que ha llamado la atención del jurado. En estos casi 50 años como periodista, al contrario de la corriente cada vez más predominante en nuestra profesión, nunca hallé necesario, porque realmente nunca lo fue, ser protagonista de alguno de mis textos, jamás usé la palabra yo.
Eso hoy cada vez más se está tornando casi inevitable en los periodistas, nos estamos convirtiendo en sujetos de la frase, en el personaje de nuestro cubrimiento. El lector que confía en lo que está escrito, por lo tanto, debería estar entendido que las palabras fueron oídas por el periodista, o de lo contrario él las cita de donde las oyó. Nunca sentí ninguna necesidad de hacerlo porque creo que eso es entrometerse en la propia creación.
Cuando el periodista comienza a ser personaje, el foco de lo que fue a cubrir pasa a ser menos interesante porque el lado personal acaba atrayendo más la atención del lector y cuando se da cuenta está hablando más de él mismo que del asunto que fue a cubrir.
En las facultades de periodismo yo enviaría una alerta frente a esa tendencia de ser protagonista”.
“Me honra mucho esa valoración porque el portugués no es mi lengua materna, nací en Croacia, por lo tanto, mi primera lengua fue serbocroata. Llegué a Brasil muy pequeña, a los cinco años y en nuestra casa nunca se habló portugués. Inicialmente, estudié para ser lingüista en Europa, después comencé a escribir como periodista en portugués, por eso, tal vez el cuidado con la comunicación. Me alegra que alguien note que tengo relación con las lenguas. Ese es un consejo que también que daría a un joven que quiera ser periodista: la precisión al escoger la palabra, ella no es un artificio literario, no es un lujo ni una pérdida de tiempo, la palabra compone un buen texto periodístico, la palabra es el patrimonio mayor”.
Con la llegada del Internet muchos hablan de un periodismo en crisis. ¿El oficio lo está?
“No diría que el periodismo está en crisis, diría que está en transición, está teniendo nuevas plataformas, nuevos medios de existir de forma rentable, plural, colaborativa. Todos los periódicos, los sitios web, la industria está buscando nuevos caminos, por lo tanto, no creo que en cinco años se llegue al formato final. No veo necesariamente eso como una crisis, veo eso como un enorme cambio. La crisis es la económica, la de los negocios. El mayor valor de los periodistas continúa siendo ofrecer contenido, nuestra capacidad de raciocinio, de investigar, de entregar. El formato está cambiando, pero la necesidad que la sociedad tiene del oficio del periodista sigue” .