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Reinventarse es un cliché de la industria musical: los artistas se reinventan, cada cierto tiempo, con el ánimo de atraer nuevos seguidores y de no perder vigencia en los tiempos de la inmediatez. Sin embargo, The Rolling Stones no lo necesitan. No crean nuevos alter egos, no se separan de su esencia, por el contrario solidifican el sonido Stones, agrandan su leyenda.
Cada que el grupo inglés presenta un disco de estudio pasa a ser una nueva capa de complejidad sobre los hombros de los cuatro músicos. Este, el primero en 11 años, fue grabado en tres días en los estudios British Grove de Londres, a finales de diciembre del año pasado.
Los Stones nacieron con la idea de ser una banda de blues, memorizaron los temas de los grandes y ahora, cincuenta y cuatro años después, entregan su primer disco compuesto enteramente por versiones de canciones de este género y logran, gracias a la madurez y pureza de su sonido, un trabajo que vale la pena.
Blue and Lonesome es un disco que recoge toda la influencia del blues sobre el rock británico. La huella de Willie Dixon, Muddy Waters, Jimmy Reed y Howlin’ Wolf se manifiesta en cada uno de los 12 temas que componen la placa. Hate to See You Go, Ride ‘Em On Down (primer sencillo del disco) o I Can’t Quit You Baby son algunos de los clásicos del blues que hacen parte de este recorrido por la historia de un género que es pilar fundamental del rock y de la historia particular de la banda.
Se escuchan los homenajes al sur profundo de Estados Unidos, la música de las plantaciones y también la de las ciudades industriales como Chicago y Detroit. Las guitarras crudas de Keith Richards y Ronnie Wood, la voz madura de Mick Jagger y el golpe de Charlie Watts que complementa el sonido madurado por años y años de tocar juntos. Todo funciona de manera magistral, los Stones dan una clase a los novatos de lo que es ser un verdadero bluesman, sin pretensiones, sin florituras innecesarias. En el disco también participó otro grande del blues británico, Eric Clapton, quien también estaba grabando nuevo material, según recoge Efe.
El editor senior de la revista especializada Rolling Stone, David Fricke, le otorgó una calificación de cuatro estrellas y media y escribió que es un disco que refleja el recorrido y sabiduría recolectados por la banda con el pasar de los años.
Don Was, coproductor del álbum, ha señalado que el disco representa un “testamento manifiesto de la pureza de su amor por hacer música” y, en este sentido, “el blues es, para los Stones, la esencia de todo lo que hacen”, señala la agencia Efe.
Este es el cierre perfecto a un año muy movido para los cuatro de Londres que estuvieron de gira por Latinoamérica, visitaron por primera vez Colombia en marzo, hicieron un concierto gratuito de proporciones gigantes en La Habana del que salió un documental, Havana Moon, y tuvieron la exposición Exhibitionism en Nueva York que recoge los trajes icónicos, guitarras originales, videos y fotografías de sus “satánicas majestades”. Una banda imparable a la que el único adjetivo que le calza es legendaria