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Mafe: El sacrificio valió la pena
No son promesas, iniciamos serie con las realidades del deporte paisa. Aquí, María F. Murillo.
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María Fernanda Murillo impresiona con sus saltos. Ser tercera en el Mundial sub-20 genera optimismo. FOTO MANUEL SALDARRIAGA
22 de agosto de 2018
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Por JHEYNER A. DURANGO HURTADO
María Fernanda Murillo y sus padres (Medardo y Rosa) pasaron varias noches sin dormir. Una encrucijada no los dejaba conciliar el sueño: decidir si era conveniente que la joven, en ese momento de 14 años, dejara su natal Turbo y, sin ningún ser querido cerca, echara raíces en un lugar que jamás había pisado.
Gracias a sus soprendentes condiciones físicas, Medellín le abría las puertas para que se puliera como atleta.
“Sentíamos mucho temor”, confiesa doña Rosa. “Es que era muy niña para enfrentarse a los retos que le esperaban en una ciudad inmensa. Hubo muchas dudas para dar el sí de su salida de la casa”.
Cinco años después, la madre irradia orgullo al ver los alcances de su hija, que posee la mejor marca suramericana sub-20 de la historia con un registro de 1.90 m, lograda este año en el GP de Medellín.
Atendieron el llamado
“Fue el profe Edwinson López -de Urabá- quien nos convenció de que debía viajar a Medellín. Sentía susto por la soledad, dolor por dejar a mis amigos y preocupación por seguir el grado décimo en otro lugar; no sabía si iba a rendir académicamente como antes”, rememora Fernanda, quien coincidencialmente adelanta estudios de Enfermería, como lo hizo Caterine Ibargüen.
“Edwinson nos dijo que las oportunidades se presentan pocas veces y había que aprovecharlas. Eso nos llenó de valor, y como en la familia somos religiosos, nos encomendamos a Dios y empaqué maletas para luchar por mis sueños atléticos. Valió la pena”.
Así relata su decisión Mafe, quien este año fue campeona de los Suramericanos en Cochabamba, Bolivia; bronce en el Mundial sub-20 en Finlandia y acaba de ser tercera en los Centroamericanos en Barranquilla.
El vertiginoso ascenso de esta deportista promete mejores resultados. “Nanda es una niña diferente: responsable, dedicada, seria, sabe lo que quiere”, dice su entrenadora, la cubana Regla Sandrino, la misma que dirigió a Caterine Ibargüen en salto alto antes de dar el paso al triple.
La deportista siente que los resultados son fruto del deseo de dejar huella, pero estos no la conforman.
“Como todo atleta, quiero ganar en Olímpicos, en mundiales, pero también ser ejemplo a seguir, ayudar a mi familia, de ahí parten mis esfuerzos”, añade la estudiante de primer año de Enfermería en el Censa. “Y eso que ya iba en el sexto semestre en la Uniremington. Me pasé de institución y no me homologaron ninguna materia, pero no importa, más aprendo”.
Pone a temblar una marca
En los entrenamientos en el estadio de atletismo Alfonso Galvis, Murillo ya ha pasado la barrera de los 1.95 metros, dos centímetros más que la marca nacional absoluta en poder de Ibargüen desde 2005.
“Pero la profe me dice que no diga cuánto estoy haciendo en las prácticas, le gusta mejor que lo demostremos en competencia”, relata con una tímida sonrisa Fernanda, quien en el Iberoamericano en Perú, entre este viernes y domingo, espera, con sus zancadas y brincos, impulsarse por más prestigio.
“A uno le gusta es mejorar marcas, me entiendes -hace una pausa-. Se puede ganar con un salto de 1.70, pero eso es triunfar muy fácil. Me interesa es superarme”.
Hace pocos días, la espigada saltadora, que mide 165 centímetros y que en sus 70 kilos se le nota músculo y fibra, se recargó de energía al visitar en Turbo a sus papás y tres hermanos -Fany María, 25 años; Luis Fernando, 18, y Fabián Steven, 12-, a quienes no veía desde enero pasado.
“El sacrificio hace parte del triunfo”, dice la mujer que comanda la nueva generación del deporte base en el país
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