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El agro está llamado a ser el gran motor de la economía colombiana a largo plazo. Sobre los hombros del sector están puestas las esperanzas del Gobierno para lograr gran parte de la meta de exportaciones a 2018, unos 30 mil millones de dólares en productos no minero-energéticos.
Según datos de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), la producción agropecuaria del país solo aumentó 24 % en los últimos 15 años y las exportaciones de estos productos lo hizo en 4,8 % en ese periodo, mientras las importaciones lo hicieron a un ritmo del 107 % (ver Claves).
Esa compleja realidad queda en evidencia con tres ejemplos antioqueños.
Una pymes que, a fuerza de innovación y empeño quiere crear productos diferenciales, como el caso de la Torta Negra de la Tía Blanca, una empresa de repostería que busca llegar a Corea del Sur, pero se encuentra con el bajo nivel de certificación de los cultivos para sus insumos de producción.
También está el esfuerzo de familias en el Urabá antioqueño que ven en el ñame una oportunidad, pero el alto costo de los insumos agroindustriales frenan su potencial.
Y una gran empresa floricultora, con años de experiencia y centenares de exportaciones, no encuentra personal para aumentar su producción.
Esta es la segunda de tres entregas de EL COLOMBIANO sobre el potencial exportador de empresas paisas y cómo se ha frenado por trámites y procesos desactualizados, desventajas en un mercado global .