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El momento que vive Colombia es propicio para que replantee su relación con el trabajo decente, y eso es posible con una reforma laboral incluyente, si quiere hacer crecer su consumo interno, aumentar las inversiones y beneficiar la economía.
“El país está perdiendo oportunidades para hacer subir los estándares de vida, por lo que esperamos que cambie esta realidad mediante una reforma, que disminuya la informalidad y beneficie la productividad”, dijo ayer a EL COLOMBIANO Phillip J. Jennings, secretario General de la UNI Global Union, el sindicato mundial del sector servicios, con más de 20 millones de afiliados, de los cuales 6 millones están en América.
Jennings participa en la Cuarta Conferencia Regional de esta federación sindical, cita en que participan 640 delegados y que deliberarán hasta mañana viernes en el hotel Dann Carlton.
Este líder de origen británico, explicó que dicha reforma también será necesaria para que Colombia sea uno de los países miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde), que reúne a los países con mejores prácticas y que dan relevancia a las condiciones laborales.
“La reforma laboral deberá ser incluyente, que integre a nuevas generaciones de trabajadores, motive al diálogo y estimule la productividad. Hay que hacer esta reforma, porque el mercado laboral colombiano no es sostenible para el 68 % de su fuerza laboral que está en la informalidad”, agregó el dirigente.
Este desafío lo debe enfrentar Colombia de manera inteligente, asegura Jennings, invitando al sector privado a terminar con práctica irregulares en contratos de trabajo.
“Los sindicatos estamos listos para enfrentar este reto, con derecho a libre asociación, a negociar. Que las personas tengan contratos adecuados, seguridad social al día y un trabajo decente. Es clave que eso lo entienda el sector privado colombiano”, comentó.
De otro lado, Jennings dijo que los niveles de educación en Colombia están por debajo al promedio de la Ocde, desventaja que ilumina el camino a seguir.
“Queremos ver a una Colombia diferente, con un futuro esperanzador, con un proceso de paz que avance firme. El país se prepara para construir un nuevo mercado laboral, que puede llegar a ser referente en América Latina”.
De otro lado, Jennings confía en la justicia transicional, porque el movimiento sindical también ha sido víctima del conflicto en el país, con la muerte de 3.000 líderes sindicales en últimas décadas, cuyas familias esperan justicia.
No obstante, el secretario general de la UNI Global Union reconoció que existen otras tareas en la región, que no son solo deber de Colombia.
Por ejemplo, lo que pasa en Brasil, Paraguay, Argentina y Estados Unidos, cambió el clima político regional.
“Trabajamos en cada país de América para construir una nueva relación con el sindicalismo, donde la violencia no tiene cabida, en diálogo con multinacionales, para que respeten los derechos laborales”.
Sin embargo, existe preocupación con el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos, “quien tiene un mensaje agresivo para este hemisferio, con arrogancia y desprecio a millones de latinos”.
Por otra parte, en la agenda de este evento regional sobresalen cuatro ejes: crecimiento sindical, que busca más espacios para organizar a los trabajadores. Habrá en la tarde de hoy una sesión dedicada a Colombia y un homenaje a las víctimas.
Otro punto a desarrollar es el análisis de una América sustentable, y cómo enfrentar la “uberización” del mundo laboral, cuando gana terreno lo digital y se eliminan derechos laborales básicos (ver Opinión).
El cuarto punto son conflictos laborales en Colombia, por ejemplo, el que sostiene Sintrasodimac (Sodimac Colombia), la tensión de los trabajadores del sector de salud y las dificultades de los trabajadores del sector bancario, en especial, con los casos de Bbva y Bancolombia, aclaró por su parte Adriana Rosenzvaig, secretaria general UNI Américas.
Finalmente, se plantea con esta conferencia un nuevo camino de crecimiento económico para Latinoamérica, con menos dependencia de las materias primas y más generación de valor en los productos exportados, pero, basándose en un trabajo decente e incluyente para la sociedad.