<img height="1" width="1" style="display:none" src="https://www.facebook.com/tr?id=378526515676058&amp;ev=PageView&amp;noscript=1">
x
language COL arrow_drop_down

Del Estado benefactor al innovador

El sector público también debe ser protagonista en la financiación de los emprendedores.

  • ilustración Esteban parís
    ilustración Esteban parís
05 de agosto de 2015
bookmark

En un reciente artículo, Dani Rodrik (uno de los más connotados economistas del desarrollo económico) señala, a propósito del polémico libro de Mariana Mazzucato “El Estado Emprendedor”, la imperiosa necesidad de redefinir el papel del Estado, no ya como “benefactor”, sino como “innovador”, a fin de resolver los nuevos retos que el capitalismo enfrenta. “El Estado benefactor (dice) fue la innovación que democratizó –y por ende, estabilizó– al capitalismo en el siglo XX. El siglo XXI requiere un cambio análogo hacia el Estado innovador”.

El libro de Mazzucato analiza en detalle el papel que ha cumplido el Estado en las innovaciones más importantes de las últimas décadas, en diversos frentes de la actividad económica: tanto internet, como el manejo de pantallas táctiles y la tecnología que está detrás de Siri, fueron desarrollos de agencias del Estado, sin las cuales los impresionantes logros del iPhone no se hubieran alcanzado.

Ha sido así mismo relevante en el desarrollo de nuevos medicamentos, en una industria como la farmacéutica, que tiende a reducir sus propios laboratorios, para depender en cambio de investigación pública en laboratorios del Estado.

El nuevo rol del Estado

Muestra, así mismo, que en las fases tempranas del emprendimiento, la financiación privada de proyectos innovadores (a través de Venture Capital, por ejemplo) es escasa, y que en ello hay un papel indispensable para el Estado, que debe financiar las etapas iniciales de esos procesos, caracterizadas por altos niveles de incertidumbre.

La responsabilidad del Estado ante fallos de mercado (competencia imperfecta, externalidades, bienes públicos, asimetría de información) y su necesaria intervención en temáticas relativas al bienestar y la distribución del ingreso, son ya tópicos aceptados en la literatura económica. Pero lo que sugiere Mazzucato, es una intervención más activa del Estado, creando nuevos mercados para propiciar un desempeño innovador en la economía. La innovación comporta riesgos importantes, que no siempre pueden ser atendidos por el capital privado, lo que invita a la participación estatal en la financiación del emprendimiento, especialmente en aquellos campos en que los resultados son inciertos.

¿Cómo funciona?

Se trataría de que el Estado (financiado mediante bonos emitidos y colocados en los mercados financieros) asuma participaciones de capital en aquellos proyectos de emprendimiento innovadores, lucrándose por ello de la comercialización de aquellas innovaciones que resulten exitosas. Con las ganancias así obtenidas se pagaría a los ciudadanos un “dividendo por innovación social”.

Las experiencias que ilustran un papel activo del Estado en la innovación, no se limitan a países desarrollados. Como bien lo muestra la experiencia brasileña, es posible un papel activo del Estado, no sólo en el “auto-descubrimiento” del potencial del sector privado, en la conformación de redes y ecosistemas, o en la identificación de oportunidades en mercados mundiales. Es posible también que su gestión abra el espacio a nuevos mercados y financie nuevos procesos y productos.

La dinámica del capitalismo surge de lo que Scumpeter llamaba la destrucción creativa. Y ésta aplica, por cierto, no solo a los procesos productivos, sino también a las formas del Estado a través de las cuales facilitamos el desarrollo y permitimos la difusión de sus beneficios a la sociedad en su conjunto. *Docente Universidad Eafit

1%
del PIB de Antioquia es
la meta en inversión en innovación para este año.

Te puede interesar

El empleo que busca está a un clic

Las más leídas

Te recomendamos

Utilidad para la vida

Regístrate al newsletter

PROCESANDO TU SOLICITUD