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Anochece en la zona de Urabá y los camiones cargados con banano entran al terminal que la Compañía Frutera de Sevilla (CFS), operador portuario de Banacol, tiene en el corregimiento Nueva Colonia, de Turbo.
Durante el día las tareas de recolección de la fruta en las plantaciones bananeras se cumplieron a plena capacidad, pues se trata de una temporada de alta producción, al punto que al golfo de Urabá llega un número mayor al habitual de buques para llevar los bananos a los diversos mercados internacionales.
Este fin de semana, por ejemplo, hay unas siete embarcaciones fondeadas a la espera de ser cargadas para emprender los recorridos. Siempre alerta para que la operación no tenga contratiempos está la supervisora del Patio de Contenedores, Beatriz Ochoa.
Ella llegó como practicante hace catorce años a la compañía y desde entonces su excelente desempeño le ha permitido ocupar diferentes cargos y estar desde el 2011 al frente de 37 empleados en los embarcaderos y patios de Zungo y Nueva Colonia, que permanecen en operación durante las 24 horas del día.
El complejo ocupa cuatro hectáreas y tiene capacidad para almacenar 600 contenedores, lo que equivale a unas 14.400 toneladas de fruta. Aunque el fuerte de la zona es banano y plátano, por la terminal portuaria están pasando cargamentos de limón, naranja, aguacate y piña, para ser despachados a Estados Unidos, El Caribe y Europa.
El pasado miércoles, en la tarde, las barcazas cargadas de contenedores en Nueva Colonia salían por los canales del río León hacia el golfo, donde el oleaje era constante. El objetivo: llegar muy cerca de los buques, para que estos con sus grúas inicien el cargue.
Con satisfacción, Carolina Díaz Henao, directora Comercial de CFS, al igual que Beatriz, observan el tránsito que esas mercancías hacen sobre el agua, pues la mayor parte pertenece a clientes que ellas conquistaron.
“Dependiendo de la línea naviera, la fruta que sale de Urabá llega a Europa entre doce y 16 días”, comenta Díaz, quien agrega que se están ensayando unas rutas nuevas con destino a Egipto y para lo que se usan contenedores especiales denominados de “atmósfera controlada”, en los que la fruta se conserva bien, pues el viaje tarda 25 días.
Y es que la tarea de estas mujeres parecería sencilla si solo se tratara de embarcar la producción que Banacol cosecha en sus plantaciones bananeras (12,9 millones de cajas el año pasado, según cifras de la Asociación de Bananeros de Colombia, Augura).
También deben responder por las exportaciones de la fruta que hacen terceros a través de la plataforma logística de CFS. Y como si fuera poco de otros productores de frutas que tienen compradores en el extranjero.
Es así como desde la terminal salen: limón de Santander y el Valle, naranja y aguacate Hass del Suroeste antioqueño y piña del Valle, hacia destinos como la isla Guadalupe en El Caribe o Inglaterra.
Mientras sigue cayendo la oscuridad, ambas mujeres anticipan parte del trabajo que deberán cumplir en los próximos días, cuando empezarán a aumentar los volúmenes de aguacate para la exportación.
Del éxito de esa planificación dependerá que los productores sigan confiando en los servicios logísticos que ofrece CFS y que las grandes líneas navieras (Cool Carriers, Seatrade, CMA CGM, Hamburg Sud y MSC) mantengan a Urabá como destino de recalado para sus barcos.
El desarrollo del terminal portuario de contenedores en Nueva Colonia, complementa la actividad que tradicionalmente han desarrollado las empresas bananeras de embarcar las cajas de la fruta en palés (plataformas de tablas).
Para los administradores de CFS las mayores exigencias de los consumidores, el aumento de los controles de calidad y las posibilidades de llevar los productos a destinos más lejanos hicieron que la compañía se embarcara en este proyecto.
La apuesta, claramente, se dirige a mejorar las condiciones de la exportación de banano y, además, a ofrecer a otros empresarios un servicio logístico completo que les permita poner sus productos en cualquier parte del mundo.
El presidente de Augura, Juan Camilo Restrepo Gómez, sostiene que se trata de una apuesta visionaria y muestra como una empresa que tuvo dificultades financieras en el pasado, está hoy a la vanguardia para lo que se viene en la zona.
“Estas modernas instalaciones muestran que se pueden desarrollar exportaciones e importaciones, y esto no riñe con los proyectos portuarios que se avecinan para Urabá, comenta el dirigente.
Y es que el apetito por construir un puerto en Urabá está a la orden del día. Es así como tras la malla que encierra el terminal de Nueva Colonia está el lote en el que se construirá Puerto Antioquia, que promete ser el terminal marítimo más cercano a los principales centros de producción y consumo del país.
También está sobre la mesa el proyecto portuario Pisisi, cuyos promotores aseguran que tendrá la capacidad de recibir buques Post New Panamax de 56 metros de manga (ancho) y con capacidad para 14.000 contenedores, a partir de 2019.
Igualmente, desde noviembre del año pasado Conconcreto anunció una inversión millonaria para el complejo portuario Darién International, en Necoclí.
Pero mientras esos proyectos se ejecutan y entran en operación, en Nueva Colonia los negocios van a toda máquina. El “capitán” del terminal, Mauricio Ochoa Escobar, explica que salvo el tamaño y los volúmenes, la actividad es exactamente igual a la que se cumple en un puerto como el de Cartagena.
“Allá tienen cemento y concreto y mueven un millón de contenedores. Nosotros operamos en tierra afirmada y movemos 80 mil contenedores al año, pero los procesos, la infraestructura, los principios de almacenamiento y la administración es igual”, dice.
Este tunjano graduado como Oficial Mercante de la Armada Nacional, que llegó a Urabá hace año y medio, es un convencido de que la seguridad y la eficiencia serán factores claves para posicionar y consolidar la operación del terminal en cuya adecuación se invirtieron 7 millones de dólares.
“Tenemos que ser el operador logístico más grande de Urabá y el mejor. De hecho hoy lo somos y superamos estándares de eficiencia del mercado y lo que sigue es fortalecernos comercialmente”, añade Ochoa, quien sugiere una futura ampliación aprovechando otras seis hectáreas de tierras aledañas al terminal.
Para el gerente de CFS, la futura entrada de los puertos complementará los servicios que en la actualidad se ofrecen. “Alrededor de estas instalaciones se generan muchas otras actividades adicionales. Zonas logísticas, bodegas, almacenamiento, servicios a la carga, zonas francas y centros de distribución”.
Por el momento Beatriz y sus jefes intentan recomponer el cuadro de actividades de la próxima semana. Hay un buque que pretende descargar un número mayor de contenedores al que se llevará. Un cliente pide espacio para un lote de limones que quiere despachar a El Caribe. Todas las piezas deben casar como en un rompecabezas.
*Por invitación de Banacol
millones fue la inversión
que demandó el desarrollo
del terminal portuario.