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En medio de las repercusiones por la llegada de marcas internacionales y algunas obras de infraestructura a sus alrededores, la Alcaldía de Medellín, inicia este mes el análisis sobre quién administrará las plazas de mercado de la ciudad.
Tras menos de dos años en que el Concejo avaló, por medio del Acuerdo 21, la transferencia de bienes inmuebles de Emvarias al Municipio, entre ellos las plazas de mercado, ahora se anuncia que el contrato de concesión que permitía que cooperativas las manejará, finaliza en julio próximo.
Ante la premura y coyuntura que atraviesan esas centrales, cuatro que pertenecen a Medellín, las autoridades comenzaron a discutir si continuarán siendo admininstradas por las cooperativas que por años lo vienen haciendo o migrarán a otros modelos como la licitación o las alianzas público privadas.
El secretario de Ambiente, Jorge Mario Velásquez, desestimó la posibilidad de que las plazas entren a ser manejadas, directamente, por la Alcaldía, y defendió que sea un tercero quien las administre.
“Que las administre el Municipio es complicado porque hay que destinar personal, hacer contratos de arrendamientos para más de 2.000 locales. Es un tema administrativo complejo, que hasta hoy las plazas lo han hecho bien”, explicó.
De Medellín hacen parte las plazas de la América, Minorista, Campo Valdés, la placita de Flores y algunos locales de la Mayorista de Itagüí.
Según, César Augusto Simbaqueba, gerente de la Plaza de la América, administrada por Coplaza, las cooperativas han manejado bien los recursos que les llegan de los comerciantes, y con eso hacen el mantenimiento básico al edificio.
“La limitante es la infraestructura, pues la oferta de parqueaderos es mínima. Estas plazas fueron construidas hace más de 45 años y aunque hemos venido haciendo ajustes es insuficiente y no hay espacios, por ejemplo, para bodega”, apuntó.
De ser casi que la única alternativa a la hora de adquirir productos para el consumo del hogar, las plazas de mercado pasaron a competir con los hipermarcados extranjeros y nacionales.
Para Saulo Tamayo, quien vende variedades hace más de 20 años en la Placita de Flores, sus ventas se redujeron, de dos años a hoy, un 30 por ciento. “Nos siguen prefiriendo porque tenemos comunicación directa y amigable con los clientes. Sin embargo, las obras del tranvía y la falta de parqueaderos nos siguen afectando”, aseveró.
Para aliviar los perjuicios y amenazas de los comerciantes de las centrales, la Secretaría de Desarrollo tienen un plan de acompañamiento.
“Hay apoyo con programas que beneficien a los campesinos, en la generación de empresas, y conceptos que hagan a las plazas más competitivias”, acotó Velásquez.
No obstante los tiempos difíciles, las cooperativas que administran hoy las plazas aspiran a continuar en ese manejo y aprovechar su conocimiento de estos mercados tradicionales.