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Uber y Rappi, ¿en contravía con la formalidad laboral?

Se abre el debate de si plataformas como Rappi y Uber deberían ayudar a la formalización laboral del país.

  • ilustración Esteban parís
    ilustración Esteban parís
23 de octubre de 2018
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En Colombia, según datos de 2015 del Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario (informe más reciente del sector), 45 % de aquellos que utilizaban las aplicaciones tipo Uber y Rappi como fuente de ingresos creía que sólo era “una actividad personal” y en promedio cada uno recibía entre 2,5 y 3 millones de pesos al mes. Ese dinero dependía del número de viajes (caso Uber) o domicilios (caso Rappi) que los colaboradores hicieron durante un periodo.

“Lo utilizo porque es una oportunidad real de conseguir plata. Además permite que se tenga acceso a un ingreso extra. Entre las cosas menos favorables: es una competencia abierta y entre menos trabaje, menos recursos obtengo”, aseguró Alexander, conductor de Uber hace dos semanas.

Y lo cierto es que estas aplicaciones abrieron una puerta para brindar una nueva manera de generar ingresos a aquellos que contaban con un tiempo libre (ver Para saber más).

Es tal el impulso de este nuevo mercado laboral que, según la consultora estadounidense Intuit, para 2020 (solamente en Estados Unidos) un 40 % de su población trabajaría bajo esta modalidad.

Sin embargo, y a raíz de que en octubre se creó oficialmente del primer sindicato de trabajadores de plataformas digitales en Argentina (donde están colaboradores de Rappi y Uber), vuelve a tomar vuelo el debate de hasta qué punto estas plataformas son responsables de formalizar las actividades de sus “socios”.

Lo que se exige

El pasado 10 de octubre, y a través de un comunicado de prensa desde la agremiación nacida en Argentina, sus fundadores aseguraron que: “Estas empresas deciden las tarifas, las comisiones y nos obligan a tributar por las operaciones comerciales por las que ellos son responsables. Trabajamos sin seguro de riesgos, sin salario fijo”.

EL COLOMBIANO habló con voceros de la empresa Rappi, quienes afirmaron que “el dinero del domicilio queda 100 % para ellos (rappitenderos); es decir: Rappi no percibe ganancia alguna del servicio directo que ellos prestan a nuestros clientes, los consumidores”.

EL COLOMBIANO también consultó a Uber sobre cómo se llevan a cabo los procesos de contratación, y cuáles son los seguimientos que la compañía hace en el país para que sus colaboradores hagan los aportes correspondientes a pensión, salud y ARL. Al respecto, voceros de la compañía dijeron que “la relación con los 88 mil socios conductores en Colombia se da de manera independiente; es decir, el socio conductor es un contratista que presta sus servicios con sus propios medios con plena libertad y autonomía técnica y directiva. Sin embargo, se cuenta con una póliza de seguro por responsabilidad civil, que protege a todos los ocupantes de un vehículo durante un viaje que se realice usando la aplicación, incluso con cobertura de daños a terceros”.

La informalidad

Para Iván Jaramillo, director del Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario, este tipo de modelos benefician a una parte de la población que recibe remuneración, pero con un modelo no formal. Hasta que no se lleven a cabo las discusiones legales, no se podrán ejecutar los cambios.

La situación es así: hasta ahora se sentarán las bases de diálogos para que estos oficios puedan fomentar los índices de formalidad con base a pagos parafiscales. Que un trabajador no devengue los pagos por pensión no ayuda a mitigar el hueco fiscal por pensiones que en 2017 ascendió a 38 billones de pesos el Ministerio del Hacienda. Y que no tenga EPS y se inscriba al Sisbén significa que termina siendo una carga tributaria para el Estado, cuando este puede hacer sus aportes voluntarios.

“La filosofía de estas plataformas está en que le dan la oportunidad a las personas de ganar dinero en su tiempo libre; pero hay una relación de trabajo. Y eso implica hacer cumplir temas de protección laboral y social. El llamado de atención, según Jaramillo, es a que las plataformas ayuden a formalizar estas actividades.

Voceros de Rappi comentaron que “en cuanto a la seguridad, ellos (Rappitenderos) cuentan con su servicio de salud y Administradora de Riesgos Laborales (ARL) y póliza de seguros de responsabilidad frente a terceros. Esto garantiza que se esté cubierto ante accidentes personales, a terceros o casos como robos a sus bicicletas y/o motos”.

Sin embargo, Juan Jiménez, quien trabaja con esa aplicación desde hace tres meses dijo que “la única exigencia es un pago del seguro de la moto (5.800 pesos semanales). No tuve que presentar comprobante de afiliación a otras obligaciones. Me gano entre 1,3 millones de pesos al mes. Estoy afiliado al Sisbén y eso es suficiente. No hago aportes a EPS, o pensión” (ver Claves).

El debate que aterriza

Sobre la necesidad de adelantar las discusiones pertinentes para regular estas nuevas actividades laborales, desde ber manifestaron que “el país tiene el reto de revisar los sistemas de salud para que estén acordes con las nuevas realidades de la economía colaborativa. Uber espera ser parte de esas conversaciones para dar a conocer entre las personas que deciden utilizar las aplicaciones, las opciones que tienen en su carácter de contratistas independientes para proteger su salud y su futuro”.

EL COLOMBIANO se contactó con el Ministerio de Trabajo, pero su equipo de comunicaciones dijo que la ministra Alicia Arango aún no se pronunciaría sobre el debate, así mismo, el equipo confirmó que la titular de la cartera se reunirá en los próximos días con representantes de Rappi para discutir los mecanismos que incentiven una formalización del sector (ver Paréntesis).

Regular parece urgente, más si se tiene en cuenta que según la recomendación 204 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), este tipo de actividades laborales sí están reconocidas. Hace mención a oficios que pueden ir desde la mensajería hasta el desarrollo técnico de una aplicación y precisamente se le dio ese estatus de reconocimiento “para evitar una posible trampa a la economía informal”, dicta la OIT.

Para ese organismo es muy importante poner en marcha una serie de políticas que si bien fomenten el uso de este tipo de aplicaciones, se genere de la manera más adecuada. Con la idea de que vaya más allá de un simple “aprovechamiento del tiempo libre”. Que los socios hagan los aportes necesarios para cotizar en salud y pensión, así como en ARL, es vital para fomentar la formalidad laboral.

En países como España, la discusión ya pasó por los términos laborales. En la actualidad, el debate se da en el escenario de la disponibilidade de licencias para trabajar, algo similar a lo que ocurre con los cupos de taxis en Colombia.

El libro “Nuevos retos y escenarios socioeconómicos tras la crisis”, de Juana Serrano, Roberto Moreno y Santiago Gutiérrez, publicado por la Universidad de Castilla (España) demuestra que es urgente diferenciar la economía colaborativa (como se le llama al oficio realizado por socios de aplicaciones), de la economía del mercado (relaciones tradicionales de trabajo).

“Las plataformas no son un vehículo para evitar el pago de tasas, impuestos o seguridad social (...) es necesario el trabajo (empresa y consumidor) y así regular la difusa frontera entre colaboración y negocio”, concluye el texto.

88
mil socios conductores utilizan la aplicación Uber en Colombia.

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