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Uno de los afanes de la industria colombiana por estos días es el de lograr “un país que se preocupe por ser el más eficiente y atractivo para la inversión, pero también un país que cuente con una estrategia clara de lo que quiere, cuándo lo quiere y cómo lo quiere”.
La idea plasmada en el texto “Estrategia para una nueva industrialización” recoge un concepto de Juan Blyde, economista del Banco Interamericano de Desarrollo, quien sugiere que los países deben entender que el aparato productivo mundial está compuesto por un gran sistema de “Fábricas Sincronizadas”, que buscan en forma eficiente atender las necesidades de un mundo cada vez más interconectado física y digitalmente.
Bajo esa óptica, Bruce Mac Master, presidente de la Asociación Nacional de Empresarios (Andi), propone un análisis objetivo de en qué cadenas productivas (Cadenas Globales de Valor, -CGV-) quiere estar Colombia y cuáles serán los eslabones que quiere ocupar.
“Para esto, es evidente que se tendrán en cuenta las ventajas que tiene Colombia. Seguramente tenemos una oportunidad única en el sector de alimentos y agroindustrial, agrícola y pecuario. La oportunidad de tierras, agua, ubicación geográfica y talento humano con que cuenta Colombia es realmente privilegiada en el mundo actual”, añade.
Nadie rebate que la intención de los empresarios sea sana y vaya en la dirección correcta, máxime cuando los indicadores periódicos del sector manufacturero muestran una dinámica negativa, pero si en el mundo se habla de las CGV desde los años 90 ¿por qué apenas hoy se plantea tomar ese rumbo?
Johan Meindert Mulder, coordinador de Comercio Exterior de la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (Cepal), atribuye que la reacción haya sido tardía por la “enfermedad holandesa”.
“Esa puede ser parte de la explicación y el problema no fue exclusivo de Colombia, también lo padecieron otros países suramericanos, que se dedicaron a la exportación de materias primas como petróleo y carbón”, comenta.
El experto, que el pasado jueves fue uno de los expositores del Foro Internacional de Cadenas productivas organizado por la Cámara de Comercio del Aburrá Sur, precisa que entre 2003 y 2013, mientras los precios de esos productos fueron altos, esos países vieron la sobrevaloración de sus monedas sin preocuparse por impulsar otro tipo de exportaciones.
Meindert reconoce y enfatiza que desde la visión de la Cepal, Colombia sí sufrió la enfermedad holandesa: “El país, junto a Venezuela, Brasil, Argentina y Chile padecieron de ese mal, pero la culpa no la tienen los recursos naturales, la culpa la tiene, desde mi punto de vista, la gobernanza de esos recursos”.
Pero otra percepción tiene el Gobierno o así se desprende de la entrevista que el pasado domingo le concedió el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, al diario El País de Cali, quien a una pregunta sobre ese fenómeno responde: “Teníamos una versión incipiente que se estaba incubando, pero no había explotado. Estaba incubándose una enfermedad holandesa, pero por fortuna la paramos a tiempo”.
Para Javier Díaz Molina, presidente de la Asociación Colombiana de Comercio Exterior (Analdex), el que los empresarios estén apenas interesándose en las CGV obedece a que el país, tradicionalmente, ha mirado más el mercado interno.
“Este es un país que se abrió recientemente al mundo, porque tenemos un mercado interno muy grande y no nos pasa lo de Chile que tiene 17 millones de habitantes. Allá, si yo quiero producir debo complementar el mercado”, dice el dirigente.
Ejemplifica que ese país no le marchó a la industria automotriz, por considerar que no era conveniente montar un sector para una población tan pequeña y optó por abrir la importación de vehículos.
“Y, ¿qué hicieron? No fabricaron más carros, pero están fabricando las cajas de cambios para Renault en el mundo, es decir que cambiaron un mercado de 17 millones de personas por cajas de cambio para un mundo de seis mil millones de habitantes”, puntualiza.
En ese sentido, el coordinador de Comercio Exterior de la Cepal, destaca como esta semana Industrias Haceb y la multinacional Whirlpool pusieron en operación una nueva planta de lavadoras en Copacabana, en el norte del Valle de Aburrá.
“Ese es un muy buen ejercicio de CGV y parece muy interesante que además del ensamblaje de esos electrodomésticos, se produzca un alto porcentaje de los componentes del aparato en Colombia. En eso se observa un escalamiento en la cadena”, declara.
Carmen Astrid Romero, investigadora de la Universidad Sergio Arboleda, al referirse a la iniciativa “Hecho en el Mundo” de la Organización Mundial de Comercio (OMC) señala que “hoy en día, las operaciones de las empresas, desde la concepción del producto y la fabricación de los componentes hasta el montaje y la comercialización, están repartidas en todo el mundo, dando lugar a cadenas de producción internacionales”.
Otro ejemplo que ilustra este trabajo lo pone Nutella, pues a pesar de que Ferrero International tiene su sede en Italia, cuenta con fábricas en Europa, Rusia, América del Norte y América del Sur.
Así, mientras que algunos insumos son suministrados localmente, como el plástico de las botellas o de la leche, muchos otros son enviados de todas partes del mundo: las avellanas son de Turquía, el aceite de palma proviene de Malasia, el cacao es de Nigeria, el azúcar es de Brasil y de Europa y la esencia de vainilla es de Francia.
Con ese despliegue de proveedores se teje una red de producción en un sector, con una serie de actores (empresas, consumidores globales y países), en donde se presenta una cierta cooperación, coordinación y control por parte de un líder. ¿Hacia allí vamos?.