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Inteligencia artificial no suplirá valores humanos

En el congreso de la Andi se planteó la necesidad de un trabajo conjunto para desarrollar estándares que consoliden la transformación digital.

  • Philip Evans ha realizado consultoría con corporaciones de los sectores de bienes de consumo, atención médica, servicios financieros y alta tecnología. FOTO Cortesía Boston Consulting Group
    Philip Evans ha realizado consultoría con corporaciones de los sectores de bienes de consumo, atención médica, servicios financieros y alta tecnología. FOTO Cortesía Boston Consulting Group
21 de agosto de 2018
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Las alternativas para aumentar la productividad mediante el aprovechamiento de la inteligencia artificial, la inserción en la economía digital y en la cuarta revolución industrial fueron aspectos centrales de las discusiones del Congreso Empresarial Colombiano, que clausuró el viernes en Cartagena la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (Andi).

Para abordar estos asuntos, el gremio invitó a Philip Evans, socio de la firma de consultoría Boston Consulting Group y experto en innovación, quien ofreció detalles de las últimas técnicas asociadas a la inteligencia artificial y sus implicaciones sociales.

También hizo notar cómo los contextos comerciales e industriales, en los que la interacción humana es relevante, pueden beneficiarse de optimizaciones con inteligencia artificial, y por lo que estos avances tienen el potencial de cambiar la realidad económica del planeta.

EL COLOMBIANO habló con Evans sobre los desafíos y retos que el vertiginoso ritmo tecnológico está imponiendo a las actividades productivas.

¿Cuál fue el mensaje que compartió con los empresarios de Colombia?

“Fueron varios. El primero es que la inteligencia artificial no es una sola cosa, pues hay múltiples técnicas que se están aplicando y ellas implican aspectos que es necesario tratar, entre ellos la percepción de la inteligencia artificial, su optimización y la creación de contenidos. Esta herramienta, como se está pensando, no busca llegar al mismo nivel de la inteligencia humana. Son dos cosas distintas. Lo que se intenta es perfeccionar su aplicación. Está claro que este tipo de inteligencia va a tener un efecto significativo en la mano de obra lo que, obviamente, va a tener repercuciones en toda la industria. Pero, esto no va a generar un despido masivo de personas, aunque el nivel de habilidades de la gente tendrá que cambiar. Probablemente, habrá impactos en lo salarial y eso sí crearía un problema social, por lo que será clave que los empresarios no descuiden ese punto. Hay que decir que hay estrategias que deben implementarse para evitar que ese cambio sea abrupto”.

¿De qué manera las empresas colombianas están adoptando las nuevas tecnologías?

“No tengo el contexto completo de la economía colombiana, pero en las tendencias que se ven, los desarrolladores de aplicaciones están asociados a compañías globales. La idea no sería que las compañías colombianas entren a jugar el mismo juego de estas multinacionales porque quedarían rezagadas. El punto a favor estaría en la utilización de las aplicaciones que se han desarrollado y que están disponibles para que cualquier entidad las utilice”.

¿Para el caso colombiano, cuál sería un ejemplo de aprovechamiento de esos desarrollos?

“El café. Se sabe que hay muchísimas personas que están dispuestas a pagar un valor mayor por un producto certificado, es decir por un café que en su proceso productivo aplicó buenas prácticas laborales o medioambientales. A través del blockchain, que es la misma tecnología que se usa para analizar las criptomonedas y que es una gran base de datos, se podría hacer seguimiento al grano desde que el productor lo siembra en la finca hasta su destino final. Ese caficultor es el que debe poseer esa información para demostrar las bondades de su producto y beneficiarse directamente de ese monto adicional que el mercado está dispuesto a reconocer”.

¿Quién debe apropiarse de las nuevas tecnologías? ¿El empresario? ¿Debe suministrarlas el Estado?

“Retomando el ejemplo del café, diría que hay que establecer un estándar para todos los productores. Si fuera una sola empresa la que lo hiciera, estaría remando contra la corriente; lo ideal sería constituir una asociación de caficultores o que el gobierno o un ente internacional lo haga: será esencial que haya colaboración y no esfuerzos individuales”.

¿Cuáles son esos elementos que siempre debe tener en el radar el empresario para aprovechar las nuevas tecnologías?

“Hay tres cosas que nunca deben descartarse. La calidad ante todo, pues puede tenerse la mejor implementación de inteligencia artificial, pero esta no supera la buena calidad de un producto. Segundo, la cercanía con el cliente, preocuparse por él, eso ha sido verdad antes y lo será siempre. Y tercero la innovación. Todos los mercados tienen oportunidad de innovar y la inteligencia artificial da una propuesta de valor interesante, pero esta nunca va a sustituir los valores humanos como la creatividad o el ingenio. Eso deberá seguir existiendo para que una compañía tenga éxito”.

Medellín tiene un polo de innovación y desarrollo llamado Ruta N, ¿sería pertinente emular los pasos de Silicon Valley o en qué dirección debería apuntar?

“No conozco la apuesta de Ruta N, pero es bueno saber que existen capitales de riesgo, ángeles inversionistas y esfuerzos para impulsar ese tipo de iniciativas. Hay que ser realistas, y en una lucha con Silicon Valley, a Medellín no le iría bien. Lo que sí se podría hacer es enfocar las ideas en aspectos que no estén siendo cubiertos, por ejemplo la agricultura. En Dinamarca existe un grupo dedicado al sector salud que está innovando. Es decir, hay áreas a las que Silicon Valley no está apuntado y podrían ser aprovechadas”.

Las mediciones de la Andi sobre la transformación digital dicen que hay empresas que estiman que en dos años cambiarían sus negocios...

“Es un poco inocente pensar que una compañía pueda cambiar completamente en dos años. La reingeniería que definieron muchas empresas en los 90 tardó hasta diez años. En dos años sería maravilloso un cambio, pero es poco probable que eso suceda” (ver Paréntesis).

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