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Transcurrido el primer tercio de este 2017, la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (Cepal) actualizó las estimaciones sobre el crecimiento económico que tendrá la región y formuló algunas estrategias, que deberán implementar los diferentes países para estimular un desempeño favorable.
Lo bueno del reporte tiene que ver con que, tras dos años de contracción, la dinámica económica de la zona volverá a ser positiva, aunque no en la proporción que se había estimado en diciembre. Así, la Cepal ubicó en 1,1 % la expectativa de crecimiento económico latinoamericano, restándole dos décimas a su pronóstico de 1,3 % de hace cuatro meses.
En ese contexto, la proyección de crecimiento económico para Colombia también fue revisada a la baja, pasándola de 2,7 % a 2,4 %. La cifra coincide con la previsión que tiene el centro de pensamiento Fedesarrollo, pero es superior a la que expresaron los analistas consultados para las encuestas de expectativas del Banco de la República, que la fijaron en 2,1 %, y Fedesarrollo, que la ubicaron en 2,0 % (ver Dicen de...).
Por países, el mejor desempeño en las previsiones de la Cepal lo tendrán República Dominicana y Panamá, y los peores se observarán en Venezuela y Brasil (ver gráfico).
La Comisión explicó que al igual que en años anteriores, durante 2017 el crecimiento mostrará dinámicas diferenciadas entre los países y las subregiones.
“Las economías de América del Sur, especializadas en la producción de bienes primarios, en especial petróleo, minerales, y alimentos, registrarán un crecimiento promedio de 0,6 %. Esto representa una leve revisión a la baja respecto del 0,9 % proyectado en diciembre pasado”, señaló el informe.
Igualmente, resaltó que la dinámica de crecimiento de este año dará cuenta de un aumento de la demanda externa para las diferentes economías, pues se prevé un mayor crecimiento de los socios comerciales de los países de la subregión, y de los precios de productos básicos, que resultarán más altos, en promedio, que los vigentes en 2016.
Mientras tanto, para las economías de Centroamérica, la Cepal estimó una tasa de crecimiento de 3,6 % en 2017, en lugar del 3,7 % proyectado en diciembre.
“Esto se explica básicamente por la capacidad observada en la demanda interna de los países de esa región, que se prevé sea el motor principal este año, así como también por un buen pronóstico de crecimiento para el principal socio comercial de esas economías: Estados Unidos”, concluyó el estudio.
A finales del año anterior, la Cepal insistió en que el crecimiento económico latinoamericano en 2017 sería moderado y sin motores claros que lo impulsen.
No obstante, la comisión señaló esta semana que para sostener la dinámica favorable esperada, es necesario dar un mayor dinamismo a la inversión y aumentar la productividad vía innovación, con sostenibilidad ambiental y protegiendo el empleo.
“En este contexto la inversión en infraestructura debe jugar un papel primordial, ya que se encuentra en la base de un crecimiento sustentable”, agregó el organismo.
Asimismo abogó por potenciar la inversión social y productiva, sin descuidar los ajustes fiscales inteligentes.
“En este sentido, se debe procurar la sostenibilidad de las finanzas públicas de la región, pero en un contexto de políticas que tomen en cuenta tanto el impacto sobre la capacidad de crecimiento en el largo plazo, como las condiciones sociales de los habitantes”, recomendó el informe.
Pero no solo la Cepal revisó a la baja la proyección de crecimiento del producto interno bruto (PIB) de Colombia este año. Los analistas de Bancolombia también la redujeron de 2,3 % a 2,0 %.
Aunque llama la atención que los expertos de la entidad financiera plantearan dos escenarios. En el primero de ellos advirtieron que hay una serie de factores que podrían conducir al escenario pesimista de crecimiento de 1,6 %.
Este se daría por el estancamiento de la inversión privada como producto de la baja reducción en la carga tributaria efectiva de las empresas, una debilidad prolongada de la demanda interna y un creciente ambiente de incertidumbre.
El segundo escenario contempla un posible crecimiento de 2,5 %, el cual dependería de un aumento de los precios del petróleo, una mayor dinamización de los sectores transables, que se daría como resultado de un aumento de los volúmenes exportados y de un posible incremento en la inversión por la posibilidad incluida en la reforma tributaria de que el pago del impuesto a las ventas (IVA) en bienes de capital se deduzca de la base gravable del impuesto de renta.