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Los países de América Latina deben tener un política fiscal y económica clara desde el principio, con reglas de juego definidas, si quieren crecer a largo plazo.
Esta afirmación la hizo ayer el Nobel de Economía 2004, el noruego Finn Erlin Kydland, quien clausuró el segundo día de sesiones académicas de la reunión de la Asociación de Economía de América Latina y el Caribe (Lacea), y el Encuentro Latinoamericano de la Sociedad de Econometría (Lames), que delibera en la Universidad Eafit.
“Los costos de tener una política fiscal sin claridad, impiden a cualquier país desarrollarse, afectando sus indicadores de productividad”, dijo.
Citó uno de sus ejemplos favoritos, como es el caso de Irlanda, país que garantiza su credibilidad desde lo fiscal y que definió esta hoja de ruta en los años 90 (ver Dicen de).
Kydland destacó que las mejores experiencias de este tipo, permite a los países financiarse a largo plazo, inyectando credibilidad para que llegue inversión extranjera directa, genere desarrollo y aporte al crecimiento.
También habló de países como Argentina y regiones del este asiático, como Corea, Taiwán y Hong Kong (China), en donde las políticas fiscales diseñadas demostraron ser fallidas.
Destacó que estas diferencias se dan desde los años 60, cuando los países empezaron a tomar rumbos diferentes en el tema impositivo.
Por eso defendió a los irlandeses, porque en temas de innovación y tecnología tienen una regla fiscal clara, que benefician a las empresas que logran ingresos derivados de patentes por investigación y desarrollo.
“Si miramos a través del mundo desde de 2008, lo que ha pasado en diversos lugares es muy diferente y podemos aprender de las mejores experiencias para encaminar a los países hacia el desarrollo”, puntualizó.