Es evidente que las elecciones en Estados Unidos surtirán algún efecto en las de México en 2018. Por el momento solo existen reacciones de bote pronto, más o menos fundadas. Por ejemplo: que la derrota de Hillary Clinton debilita a Margarita Zavala Calderón, no solo porque el pase de la batuta matrimonial no es bien visto en ninguna parte, sino también porque el electorado mexicano –por buenas y malas razones– tal vez no la vea con las dimensiones necesarias para enfrentar a Trump.
Por ejemplo: si cualquier candidato de Peña Nieto y del PRI estaba condenado a perder, el magro crecimiento económico del próximo año y de la primera mitad de 2018 lo golpeará más todavía. Por ejemplo: la extensión a EE. UU. de la ola antiglobalizadora, antisistémica,...