Llama la atención un artículo reciente de Diane Coyle (2017, Rethinking GDP), en el cual se plantea que el Producto Interno Bruto (PIB) tiene un límite como medida del bienestar económico, porque al considerar transacciones a los precios de mercado deja por fuera externalidades ambientales como la polución. Tampoco incorpora cambios en el nivel de los activos, como el agotamiento de los recursos o la pérdida de la biodiversidad. Además, las estadísticas convencionales del sistema de cuentas nacionales no entienden la revolución digital.
No es la primera vez que se cuestiona el PIB. Grandes economistas como Stiglitz, Sen y Fitoussi participaron en 2008 en una comisión de las Naciones Unidas con el propósito de evaluar la información estadística...