Que al expresidente Uribe le tienen ganas muchos no debería sorprendernos. Con él al frente, y esto es innegable, los colombianos le plantaron por fin cara a las dos lacras que atenazaban al país: las Farc y el narcotráfico, íntimamente vinculados, no lo olvidemos. Gracias a las mayorías abrumadoras que ustedes le ofrecieron, Colombia se quitó de encima los prejuicios que la atenazaban para luchar con todas las armas a su alcance contra el narcoterrorismo. Eso implicaba pasar a la ofensiva y abandonar las quimeras y ensoñaciones de cafetín según las cuales el diálogo a fuerza de concesiones fructificaría algún día en la anhelada paz. Como no se puede disuadir al cáncer de que cese su actividad, Uribe convenció a todo el país de la necesidad...