La Iglesia católica recibió de Cristo la misión de ser luz del mundo, es decir, reflejo de bondad para todas las personas. Es una institución que se proyecta. Quien analiza profundamente y sin parcializaciones la historia, no puede negar los profundos y numerosos aportes gestados por esta religión.
Al resaltar una de estas contribuciones, puede hablarse del papado y, en especial, de los tres más recientes pontífices, pues nuestra generación conserva en su mente el testimonio y la obra de Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco.
Los tres serán recordados como fieles discípulos de Jesucristo, como embajadores de paz, como líderes mundiales, como puentes de conciliación, como voces que clamaban por los más débiles.
Adicionalmente, cada uno, desde...