Por María Isabel Moreno MuñozUniversidad de AntioquiaFacultad de Ciencia Política. 2° semestremaria.moreno1@udea.edu.co
Hay armas más peligrosas que un fusil, difundir odio a través de la palabra, por ejemplo. Hay explosivos más dañinos que una granada, como los términos muerte, escupir, imbécil, asesinato, maldito... Y estas últimas no se borran. Las palabras nunca mueren.
Algún día escuché a un profesor en clase decir: “no podés tocarla, pero la palabra te toca. La palabra construye realidades”. Eso ganó un lugar inmediato en mi libreta de apuntes. Al leerla durante estos días y con los últimos sucesos que tratan de incendiar nuestra cotidianidad, pienso: ¿cuál es el tipo de realidad que queremos construir? ¿Tendrá Colombia clara la realidad...