No hubo lucha ni forcejeo. Fue inclemente y cobarde: el guerrillero le descerrajó el fusil a quemarropa al líder indígena Aulio Isarama Forastero. Por la espalda, poco más arriba de la cintura.
Lo dijo en sus palabras Carlos Valdés, director del Instituto de Medicina Legal: “Se encuentran evidencias de un disparo a contacto firme en un tórax desnudo, esto constituye una evidencia científica de un estado de indefensión”.
Ya el Eln había aceptado su culpa en el homicidio, pero había justificado su conducta que, además de asesina, resulta incomprensible en medio de la vigencia de una supuesta tregua bilateral que si algo pretende es proteger a los civiles de los atropellos que trae la confrontación.
El grupo guerrillero tiene un récord tan impresionante...