La caída de la ciudad iraquí de Ramadi el domingo y de la ciudad siria de Palmira el miércoles, es una gran ganancia para el Estado Islámico, pero no es un desastre total como lo temen muchos observadores.
En lugar de inducir pánico en las capitales occidentales, debería llevar a una evaluación realista de las fuerzas y debilidades del Estado Islámico. Un contratiempo en una larga guerra no debe desencadenar cambios estratégicos afanados que resultan en países extranjeros en enredos con Irak una vez más.
Palmira tiene significado económico y cultural, dado a que está situado en medio de campos de gas y tiene ruinas famosas. Pero Ramadi, en Irak occidental, tiene consecuencias militares y estratégicas mucho mayores.
El ataque en Ramadi fue una señal de desesperación, no de fuerza. Tomó 16 meses de enfrentamiento continuo con las tenaces fuerzas de seguridad iraquíes y tropas sunitas leales antes de que el Estado Islámico, también conocido como ISIS, pudiera tomarse Ramadi. Antes de caer, el Estado Islámico ya controlaba la mitad de la ciudad. Sus rivales en el campo de batalla estaban exhaustos, y querían dar a sus seguidores un aliento psicológico. Ramadi era un blanco maduro.
Pero el Estado Islámico no es una marcha imparable. En Irak, y hasta cierto punto Siria, sigue a la defensiva. En abril las defensas del Estado Islámico en grandes franjas de la provincia de Saladino y la capital, Tikrit, se derrumbaron. En el norte, los kurdos iraquíes han contenido al Estado Islámico. En Siria, los kurdos apoyados por fuerzas peshmerga iraquíes y por ataques aéreos americanos derrotaron decisivamente al grupo en el pueblo de Kobane. A diferencia de la desastrosa caída de Mosul en junio de 2014, la conquista de Ramadi no ha resultado en el colapso de las unidades militares iraquíes.
Incluso la caída de Ramadi tiene un lado positivo. Antes de la semana pasada, los líderes iraquíes parecían haber olvidado que el Estado Islámico aún era una amenaza y falló en reconocer a quienes estaban haciendo más por resistirlo. El exprimer ministro Nuri Kamal al-Maliki, cuyas ineptas políticas ayudaron a crear el Estado Islámico, luchó en contra de las aspiraciones de los kurdos iraquíes por su independencia, a pesar de los valientes esfuerzos kurdos por neutralizar al Estado Islámico en Irak del norte. El gobernador de la provincia de Nínive, Atheel al-Nujaifi, estuvo en Washington a principios de este mes promoviendo una región autónoma sunita aún mientras su capital, Mosul, estaba en las garras del Estado Islámico. Durante mi viaje a Irak en marzo, otras élites me hablaron como si el Estado Islámico ya hubiera sido destrozado. Ramadi le ha puesto fin a su complacencia.
Pero la caída de Ramadi, la capital de la provincia de Ambar, no significa que Ambar está perdida. El gobierno iraquí aún controla la infraestructura militar vital allí, incluyendo dos bases aéreas, las cuales deben ser defendidas.
Ambar es el lugar de nacimiento del movimiento del Despertar sunita durante la presencia americana en Irak. El primer ministro, Haider al-Abadi, un chiita, inició esfuerzos en abril para armar las tribus sunitas en Ambar para que pudieran luchar contra el Estado Islámico. El ahora puede enfatizar que armar a las tribus es una prioridad crucial; aprovechar esta oportunidad también le ayudaría a recuperar fuerza política. En el largo plazo, una fuerza tribal efectiva en Ambar le permitiría a Abadi depender menos de los grupos armados chiitas.
América debe ayudar a Abadi a movilizar las tribus sunitas sirviendo de mediadores entre ellos y el gobierno iraquí, para que superen la desconfianza mutua. Washington tiene que seguir reforzando las fuerzas terrestres iraquíes y kurdas a medida que ofrece apoyo aéreo, mejor inteligencia, reconocimiento, armas y entrenamiento. Los Estados Unidos también deberían tratar de limitar efectos colaterales de las operaciones de los grupos armados chiitas apoyados por Irán en Ambar. Las autoridades locales votaron a favor de permitir el despliegue de estos grupos, pero eso no garantiza el éxito. Su cooperación con las tribus sunitas será decisiva a la hora de expulsar al Estado Islámico de Ramadi.