Dos de las más indecorosas decadencias nacionales emergen ahora con más fuerza en el país: La impunidad y la postración de sus partidos políticos.
Eso de que por cada diez homicidios que se cometen en esta nación, aferrada a los incisos y parágrafos santanderistas, solo dos van a examen de los jueces y tan solo un crimen termina con condena, es patentar el imperio de la impunidad. Es demostrar la ineficacia, la impotencia, la indolencia del sistema judicial del Estado.
Estamos llegando no ya al imperio de la ley sino al de la ilegalidad. Y por ello florece la justicia por las propias manos de quienes se sienten atacados o atacan con la seguridad no solo de que el castigo es bastante remoto sino de que cuentan por lo menos con un 90 % de probabilidades...