Ya no escribe una línea, no tiene computador ni máquina de escribir ni celular, nada. A los 87 años que cumplió el 6 de noviembre, Gonzalo Castellanos sigue siendo el cronista total. Ejerce como tal ante quien desee escuchar su prosa de encantador de serpientes.
“Irse del periodismo es como irse de uno mismo”, me dijo una tarde de bohemia con empanadas este santandereano de Málaga que habla hasta con la silla turca.
“Fui un peón de brega, un reportero a sueldo. Me le entregué desnudo al periodismo”, proclama. Lejos del protagonismo, anacoreta urbano, lee y tararea a Beethoven, Bach, Mozart, Haendel, Albéniz.
Una de sus mejores crónicas la escribió en Medellín adonde vino enviado por El Tiempo para que despidiera al corresponsal Jaime González....