Por: Rodrigo Álvarez Peláez
Ahora que se empieza a discutir el salario mínimo para el 2021, es necesario aclarar que este no es un año corriente. Una pandemia tiene al país y al mundo en jaque. Caída de la economía, desempleo y miseria.
El Gobierno acostumbró a los colombianos a la limosna, ofreciendo entregas de dineros que la mayor parte de las veces no llegaron a su destinatario. A las pequeñas y medianas empresas se les ayudó o se les está ayudando para que cumplan sus compromisos económicos. Los empleados y obreros sin trabajo, o a media máquina por varios meses. Esto mermó la capacidad de compra de los consumidores y afectó seriamente toda la economía.
Por lo tanto, hoy es necesario darle oxígeno a esa economía, pero sin limosnas. A esos cuarenta millones de colombianos que saldrán a demandar los productos y los servicios de las empresas nacionales. A la clase baja y media baja que vive de un salario mensual. Por lo tanto, el salario mínimo para el 2021 debe y tiene que ser mayor a la inflación. Si queremos reactivar la economía, hay que aumentar la demanda y esto solo se consigue incrementando el salario a quienes realmente pueden aumentar el consumo.