Conozco bien al padre Nicanor. Apenas se empieza hablar de elecciones y de candidatos entra en una crisis de hastío y pesimismo que da grima. Entonces, como sé que duerme mal, voy temprano a saludarlo. El frío del amanecer es saludable para apaciguar esa sensación de estar hundido en la arena movediza de la desesperanza. Además resulta terapéutica una buena conversación mañanera, acompañada con un buen café, como el que nos sirve Mariengracia.
-Buen tinto este para remojar el pesimismo, padre Nicanor.
-Lo que yo siento, muchacho, sobre todo en las insufribles antesalas electorales, es peor que el pesimismo. Es la densa sensación de estar perdido. Puro naufragio.
-Eso, tío, nos ocurre a todos en Colombia, casi todos los días. Hablan los gobernantes,...