No sé si les pasa, como a mí, que para leer algunas columnas de opinión, oír ciertos noticieros de radio, tomarles el pulso a los acontecimientos en Twitter o mirar algunos mensajes que llegan vía celular, por ejemplo, además de las gafas tienen que usar tapabocas y guantes de látex, no sea que resultemos contagiados de la más agresiva de las enfermedades nacionales: El odio.
Lo dijo Hermann Hesse: “Cuando odiamos a alguien, odiamos en su imagen algo que está dentro de nosotros”. La política, como el fútbol y la religión, genera pasiones irracionales que se alimentan de resentimientos y de amores, a veces de amores que matan en nombre de una causa.
Extraño las épocas en que uno podía decir tranquilamente el candidato de sus preferencias. Hoy,...