¿Hay posibilidad de trascender la polarización y las brechas que dividen hoy al país? ¿Hay esperanza de sanar los rencores, el odio y la rabia que intoxican y fragmentan el cuerpo social que es Colombia?
No lo digo solamente por las reacciones que en estos días ha tendido la noticia de la candidatura a la presidencia de Rodrigo Londoño, más conocido con el alias de Timochenko. Más bien, me refiero a la polarización como condición histórica y como una actitud cultural que a lo largo de las décadas ha permeado la historia y el carácter de este país, manchándolo de sangre.
Lo digo porque a estas alturas, después de siglos de violencia y de fragmentación, debería ser evidente para todos los colombianos que la polarización y la división no aportan...