No conocemos todavía razones convincentes para entender la tolerante relación entre Trump y Putin. Exóticas especulaciones van desde supuestos negocios personales, hasta la hipótesis de videos comprometedores de peripecias “románticas” del entrante presidente estadounidense en manos de su supuesto amigo, el zar Putin.
Sin importar las razones de este hipotético noviazgo, hay suficientes factores de índole sicológico, pero especialmente de naturaleza geopolítica, para pensar que dicha relación sería inviable.
Si bien menos importantes, las incompatibilidades sicológicas de ambos “líderes” no pueden descartarse. Aunque pragmáticos, tienen enormes egos, característica típica del espécimen político. La relación con un ególatra es difícil, a menos...