Que se atente contra quienes se están formando para garantizar la seguridad de los colombianos, es revivir la criminal ruta de hacernos sentir más desprotegidos. Momento para definir qué hacer colectivamente para que el terrorismo no vuelva a arrastrarnos a la desesperanza. Esta fue nuestra primera reacción al recibir la triste noticia del atentado a la Escuela de Cadetes General Santander.
Más tarde reflexioné que se trataba, además, de jóvenes humildes con grandes sueños. ¡Los homicidios crecientes de nuestros jóvenes en muchos barrios, llegando también al corazón de nuestras instituciones! y me dije: por qué no ir más allá de la indignación y pensar, ¿cómo ayudar a cuidar a nuestros jóvenes, los de la policía, y los de los barrios? Cómo crear condiciones estructurales, para que entre ellos se cuiden, como población altamente vulnerable, bien sea porque se les arrastra a las vías criminales o porque son el foco de los grupos delincuenciales.
En Medellín se ha venido consolidando una iniciativa que respaldamos, surgida de los barrios mismos con un apoyo creciente de la academia, organizaciones de la sociedad civil e internacionales, para acompañar a la policía desde dos perspectivas: fortalecimiento de su papel y Cuidado del Cuidador, como un hábito ciudadano de respeto y de apoyo al bienestar de ese también ciudadano. Como alguien en un encuentro vivencialmente lo expresó: cómo entender qué siente y qué necesita ese cuidador que no llega a la primera comunión de sus hijos, ni a hacer las tareas con ellos.
Estamos convencidos de que la institución de la Policía es definitiva para nuestro desarrollo como sociedad y obviamente para defender el más preciado bien: la vida. Hay mucho que cuidar en la Policía y debemos construir sobre lo construido, necesitamos una institución fuerte, avanzando más rápido en su evolución: hacia una policía que nos acompaña y que a su vez, acompañamos.
Por qué no empezar desde Medellín —así como hemos sido pioneros en otros campos—, un laboratorio cuyo objetivo sea que diversas organizaciones apoyen el bienestar de los y las integrantes de la Policía y, al mismo tiempo ayudar a fortalecer una cultura institucional de relacionamiento comunitario de la institución bajo una dinámica bien ganadora: donde todos nos cuidemos del crimen.
Una buena ruta para materializar estas intenciones sería que la Policía Metropolitana aceptara crear un Comité Consultivo con representantes de universidades, centros de estudio, fundaciones empresariales y medios que le ayuden alrededor de reflexiones como: 1) modelos organizacionales y gestión del bienestar y del talento humano 2) paradigmas internacionales de buenas prácticas en justicia y reducción de violencia y 3) Medellín, su ciudadanía y las formas de relacionamiento y de aprovechamiento del tejido social.
Sin duda que en la triste coyuntura hay que apoyar todas las medidas que efectivamente den con los responsables del terrible hecho y hacer justicia. Y manifestar toda la solidaridad con la Policía y las familias de las víctimas. Pero también hay que ir más allá de los saludos emocionales legítimos y enviar un mensaje contundente a los terroristas y las mafias, sobre que trabajaremos colectivamente para dejarlos también sin espacios sociales. Las crisis deben volverse oportunidades. Lo que estamos proponiendo es no solamente apoyar el poder Legítimo del Estado para reprimir el delito, sino que nos comuniquemos más los ciudadanos y las instituciones y juntos blindemos el hacer y el ser de nuestros cuidadores.
* Presidente Proantioquia