Después de años, páginas y lágrimas de estudiar esta ciudad puedo concluir que Medellín se jodió a fines de los años setenta y empezó a salvarse hacia el 2005. El fracaso se incubó durante veinte años, entre 1960 y después, cuando creíamos que todo iba muy bien. La recuperación comenzó 20 años antes –como suele ser– en medio de la negra noche. Todo lo que sucedió tiene responsables, imposibles de individualizar, porque en nuestro mundo imperfecto solo el bien parece tener claros derechos de autor.
El bien es modesto, humilde. A estas alturas del 2016 amargo debo recordar la obra de algunos cuidadores de pequeños jardines. Personas, grupos, que han perseverado en un trabajo amoroso y constructivo, y que fueron luz durante los tiempos más duros...