Medellín se ha transformado en la ciudad modelo latinoamericana, sus gentes tienen un gran espíritu empresarial e innovador, centro industrial, educativo, cultural, financiero y de servicios especializados de la salud; una urbe cuya arquitectura y diseño ha atraído a expertos en temas urbanos, esta prospectiva se observó durante el Foro Urbano Mundial. Los arquitectos y urbanistas que la diseñaron fueron visionarios, el centro acumuló una gran cantidad de tesoros arquitectónicos, algunos se conservan, otros se destruyeron por acción del desarrollo y otros más por los desastres.
Desaparecieron los edificios del costado norte del parque Berrío por la acción de un incendio, cuyas fachadas eran un derroche de diseño, también otro incendio destruyó la plaza de mercado de Cisneros y otro más el edificio Tobón Uribe, ocupado por la Farmacia Pasteur, ubicado en una esquina de esta misma plaza; otros cayeron por la acción del progreso, como el Palacio Amador, que fue ocupado como Palacio Arzobispal, en donde hoy existe el Edificio Vicente Uribe Rendón; el teatro Bolívar, de la calle Ayacucho, también corrió la misma suerte, siendo una joya arquitectónica de incalculable valor. Aun existen recuerdos de nuestra arquitectura colonial y republicana, como la Casa Barrientos, la única que se conserva dentro de las casas quintas de la Avenida La Playa; así mismo, edificios como el Hotel Europa, en donde se ubicaba el Teatro Junín, fueron demolidos para darle paso a las agujas icono de la industria antioqueña, el edificio Coltejer.
También se transformó el Club Unión en un centro comercial, del que solo se conserva la fachada; aún existen joyas como el Palacio de Calibío, construido por el arquitecto Agustín Goovaerts, hoy Palacio de la Cultura; el Palacio de Carabobo, que fue el despacho del alcalde, transformado en el Museo de Antioquia, y los edificios Vásquez y Carré; todas estas edificaciones conservadas gracias al buen sentido de quienes han cuidado nuestro patrimonio arquitectónico y, sin embargo, a pesar de los esfuerzos, se han destruido las casas quintas de El Poblado, algunas de ellas dignas de conservar, de las que solo queda la Casa de don Diego Echavarría, hoy ocupada por el Museo El Castillo. El barrio El Prado aún conserva algunas de sus construcciones y esperamos que por medio del fondo creado para compensar índices de edificabilidad en otras zonas de la ciudad, se pueda conservar.
Otras edificaciones perduran pero su entorno se ha deteriorado en forma ostensible como los edificios del Banco de Londres y Coltabaco, que fueron tapadas por la estructura de la estación del metro, en los predios del parque de Berrío. Existe otro icono de la historia de Medellín que se remozará para el disfrute de los visitantes, la antigua casa de la hacienda de doña Clara Sierra, hoy museo del Parque Zoológico Santafé, de propiedad de la Sociedad de Mejoras Públicas, SMP, institución a la que le debemos gran parte del desarrollo urbano y cultural de nuestra ciudad.
En Medellín existió, a finales del siglo XVIII y en la primera mitad del XIX, una gran influencia de la arquitectura europea, en especial la francesa, creando unas verdaderas joyas del diseño y aún quedan algunas construcciones dignas de conservar; la Secretaría de Planeación debe propender por la conservación de ese patrimonio mediante la nueva normatividad contenida en el POT, pero el cuidado y la limpieza son responsabilidad de todos.