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Hace medio siglo, apenas, la rama jurisdiccional del poder público parecía en verdad majestuosa por la respetabilidad y la confianza que despertaba entre los ciudadanos, a pesar, entonces, de la condición de Cenicienta que se le atribuía por la inequitativa asignación de recursos y la bajisima remuneración que nos pagaban a los empleados judiciales.
Si en aquella época se hubieran hecho encuestas, la Corte, los tribunales y los juzgados habrían punteado en popularidad y no estarían compartiendo el deshonor del descrédito con la siempre desconceptuada clase política.
Parece una exageración que la desfavorabilidad de la Justicia sea hoy tan desproporcionada como lo dictaminan los sondeos efectuados por empresas serias de investigación....