Para muchos es más importante vivir en la sociedad de la apariencia, a reconocer la realidad. Porque creen que es menos angustiosa la mentira que la verdad. Y mientras muchos creen que son otros (el gobierno), no ellos, los que pueden hacer algo, la indiferencia y la pasividad ciudadanas aumentan, y el gobernante de turno, obsesionado más por la imagen que por la gestión y liderazgo, sigue el juego de las apariencias para que su nombre quede grabado en la memoria, gracias a poderosas campañas mediáticas.
Ahora la ciudad está inmersa en su más profundo letargo mediático. Después del trauma que heredó de la narcoguerra solo quiere prestar oídos a todo lo que la haga creer que ha superado con creces esa época de terror. Las campañas mediáticas son...