En la cima de su carrera profesional, con un empleo que la apasiona y un salario que le permitía tener la independencia económica y el nivel de vida que siempre soñó, además de estabilidad, respeto y credibilidad en una de las grandes empresas de nuestro departamento, una joven madre de dos niños pequeños decidió renunciar a su trabajo para dedicarse a la crianza de sus hijos de tiempo completo.
Sabía que ejercer este cargo resultaría más agotador que las ocho horas diarias de oficina, y que incluso los fines de semana dejarían de existir, porque da igual un martes que un domingo cuando de criar niños se trata. También sabía que los ingresos del hogar dependerían en su totalidad de su marido; que pasaría meses sin comprar zapatos, joyas o los...