En épocas pasadas muy seguramente estuviéramos tan hastiados del proselitismo político como hoy, pero al menos no teníamos grupos de WhatsApp por donde nos invaden a mañana, tarde y noche, sin tregua. Por fortuna también existe la opción “salir del grupo”, adecuada antes de perder la cordura y los estribos cuando algunos pretenden meternos su candidato por los ojos.
Cuento en los dedos de una mano, y me sobran, las veces que recibí información haciendo conocer las propuestas y exaltando las virtudes de los aspirantes a la presidencia. En cambio no me alcanzan, ni incluyendo los de los pies, para enumerar las mentiras, falsedades, textos descontextualizados, grandes calumnias y hasta pendejadas irrelevantes como burlarse de algunas características...