Por Isabella Villa PérezUniversidad Pontificia BolivarianaDerecho, tercer semestreisabellavillaperez@gmail.com
Hace pocos meses tomé una decisión importante en mi vida, una decisión que todas las mujeres (y los hombres) deberían tomar: decidí que soy feminista. Nótese que lo digo en forma de confesión.
La carga emotiva que tiene esta palabra, por lo menos en nuestra sociedad, es extremadamente negativa. Ser feminista puede traer consigo hasta una imagen de una dominatriz, cuasi masculina, medio hippie o mamerta. Pero no.
Tras haber superado la Constitución del 86 (que gracias a Dios no me tocó en vigencia) supondría uno que el cambio vendría, que ahora las mujeres serían lo que quisieran ser; claro, menos presidentes porque “no somos capaces de...