La prudencia es buena consejera y es de los verdaderos sabios, según dichos populares. Pero en exceso se puede volver perjudicial.
Eso le ocurre al presidente Iván Duque. Prometió no usar el espejo retrovisor y lo está cumpliendo, pero el cumplimiento de tal promesa lo está perjudicando a él y a todos los colombianos. Tiene que contarnos en detalle lo que encontró para entrar a solucionar lo que no funciona. Debe decirnos cuánto les cuesta a los colombianos esa nómina multiplicada por mucho que nos dejó Juanpa, el indigno fugitivo. Que nos cuente lo que costó la propaganda oficial, entre otras cosas prohibida por la ley 29 de 1944. Los aviones para el servicio familiar, las cortinas, las almendras, los premios y tantas cosas que sumadas se vuelven...