Colombia y sus historiadores siempre han sacado pecho para pregonar muy orondos de que somos la democracia más antigua y sólida de América Latina. Afianzan esta creencia en el hecho de que en el siglo XX, de todos los amagos de golpe de Estado, sólo uno prosperó, el del general Rojas Pinilla en 1953 contra Laureano Gómez.
Ahora la revista The Economist sitúa a Colombia en la décima posición en lo referente a la solidez y la seriedad del sistema democrático dentro de los países latinoamericanos. Hace poco la había clasificado en la lista de “democracias imperfectas”. Escalafones tan deshonrosos como humillantes.
Pero si comenzamos a escudriñar las razones que han conducido al país a tamaña degradación, vamos encontrando las causas que lo empujan...