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Para ser una Economía del Conocimiento, hay que ser una Sociedad del Conocimiento. Es como “ensillar sin tener la bestia”, pero eso no se reduce únicamente a conectividad y acceso a internet para toda la población. No se trata de garantizar que todos los ciudadanos tengan acceso a facebook, ser una Sociedad del Conocimiento implica que la ciudadanía use el conocimiento, la ciencia y la tecnología para mejorar su calidad de vida.
A lo largo de la historia reciente después de la segunda guerra mundial, en el espectro en las políticas públicas surgió el matrimonio entre desarrollo económico y ciencia y tecnología. En nuestro país dicha unión se oficializó, al menos en el discurso, con la Ley 29 de 1990. Acompañado del crecimiento de los países del sudeste asiático y la consolidación de empresas multinacionales en temas tecnológicos, las políticas públicas de ciencia y tecnología en nuestro país han estado en función del desarrollo económico.
Ello tiene fundamento en el modelo derrame, según el cual la generación de empleo bien remunerado redunda en el aumento de las condiciones de vida y en las posibilidades de consumo por parte de los ciudadanos. ¡Llegó la hora de concebir la ciencia, la tecnología y la innovación como fundamento del desarrollo social!
La innovación social es un tema del cual apenas se está comenzando a hablar con mayor liderazgo desde el sector privado y muy tímidamente desde el público. Sin embargo, considero que el reciente reconocimiento de la prestigiosa universidad estadounidense MIT a los Innovadores menores de 35 años en el marco del evento Emtech que se realizó en la ciudad hace poco más de una semana, deja en el ambiente el mensaje de desarrollo social basado en el conocimiento.
En el certamen se reconocieron a innovadores que han desarrollado tecnologías de impacto social, como Mauricio Betancur, un Ingeniero que le dio vida a unas plantillas capaces de amortiguar el impacto de las minas antipersona. ¡Su tecnología no es para la guerra, es para la paz!
También se reconocieron 3 desarrollos que han generado un creciente impacto social: un sistema de seguimiento de pupilas para la comunicación con personas con movilidad reducida, Un Litro de Luz que permite la iluminación de casas de familias en condiciones de pobreza extrema, y un software que permite desarrollar competencias y habilidades comunicativas a cualquier persona que no puede hablar, leer o escribir.
La experiencia en el desarrollo de estas soluciones de ciencia y tecnología encaminadas a satisfacer necesidades sociales, nos muestran que antes de construir y comprar infraestructura física pensando en temas de innovación social, requerimos de ciudadanos innovadores que piensen en aplicar su conocimiento en función de necesidades sociales y ambientales. ¡Ojalá quienes lleguen al gobierno local en octubre piensen que antes de ciudad, es la ciudadanía!
