Parece que es llover sobre mojado decir que Colombia es uno de los países más desiguales. Todas las cifras así lo demuestran y se nos va volviendo paisaje, como si fuera lo más normal del mundo, cuando la importancia que tiene en la sostenibilidad social e inclusive ambiental de la nación es trascendental.
No pocas veces los que se atreven a mencionarla como problema son tachados inmediatamente de mamertos. Claro, como ha sido utilizada frecuentemente en el discurso político de la izquierda y particularmente de la guerrilla, pues de cierta forma fue capturada allí y por lo tanto satanizada para un sector importante del país. Entre otras cosas esa es una de las desgracias en la narrativa nacional: Tantos años de guerrilla, paramilitarismo y violencia...