La gente se une en esta vida y se separa, normal, o eso parece. Nada es eterno, así existan mantras tan simpáticos como aquel de la Iglesia que dice: “Lo que Dios unió, que no lo separe el hombre”. Pero las cosas duran lo que tienen que durar, ni más ni menos. Si fue una semana, no es poquito, es lo que tenía que durar. Al menos yo estoy convenciéndome de eso. La gente se va de la vida de uno cuando se tiene que ir, punto. Lo complejo de una separación, y más cuando han pasado varios años, es ese montón de cosas que se terminan compartiendo, no hablo de los momentos felices, y los tristes también, hablo de los enseres, de las cosas, de lo material.
Nadie convive pensando que se va a separar, para esa gracia, mejor no unirse con nadie. Entonces...