Advertencia: El magnate gringo Donald Trump me importa un pito. Nunca sabrá de mí y yo lo más cerquita que he estado de él -y que estaré- fue al pararme al frente de la Trump Tower en Nueva York, cosa que no me convirtió en fan de este guanabanoso personaje (por aquello de su tupé rubio y esas cejas monas depiladas).
Donald Trump -a quien he querido llamar “Trump-a”, es eso: Una trampa. Trampa originada en la mezcla de megalomanía con plata, cosa que es tan peligrosa como un pedazo de pastel de arequipe hirviendo en el paladar (quemón y dolor garantizados). Ya sabemos bien hasta dónde pueden llegar personas que hacen de esta mezcla su razón de ser: Hugo Chávez, Pablo Escobar.
Hace unos días el tipo este anunció que quería ser presidente de los...