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Juan José García Posada
Columnista

Juan José García Posada

Publicado

DOPTORES EN PICARDÍA

Por juan josé garcía posada

juanjogp@une.net.co

De acuerdo con los resultados de una pesquisa periodística, por lo menos cuarenta congresistas han puesto información falsa o inconsistente sobre su formación académica. Se arrogan grados y posgrados que ni merecen ni obtuvieron. Varias universidades los han desmentido. Por supuesto que para muchos ciudadanos tal información carecería de gravedad, porque, como suele decirse, en este país se le dice Doptor a cualquiera... Pero es un hecho que evidencia el grado (ese sí un grado alto) de corrupción, de mentira y de cinismo de un sector muy influyente de esta sociedad escandalosa.

En un ensayo que solemos tratar en los cursos de ética, el profesor peruano Miguel Ángel Polo Santillán comienza por cuestionar la responsabilidad de las universidades del continente en la formación de sus egresados para afrontar la amenaza de la corrupción social. ¿Por qué tantos servidores públicos señalados como corruptos salieron de las universidades más prestigiosas? ¡La mala levadura de la condición humana puede amasarse hasta en los ámbitos más limpios y libres de sospecha! Hay que fortalecer la estructura moral y ética de los universitarios, pero ni el proyecto académico menos imperfecto puede garantizar óptimos resultados en la vida pública.

Me resisto a aceptar todo lo que se rumora sobre la complacencia con que se admite, se matricula y se excusa a individuos que tienen alguna cuota de poder en las tres ramas institucionales o en las empresas. Mientras no me conste, no puedo dar por cierto lo que se comenta acerca de la favorabilidad con que a tales alumnos se les empuja hasta la consecución de título profesional o de posgrado. Valoro la independencia, la integridad, la pulcritud y la exigencia irreductible de las universidades acreditadas que no hacen ni siquiera mínimas concesiones a personas acostumbradas a traficar con todo lo que se les atraviese y que tengan la avilantez de brincarse los reglamentos, lagartear calificaciones y acelerar los trámites de grado.

Hay que erradicar ese tipo de gente indeseable y alejarla al máximo de las corporaciones universitarias cuya respetabilidad no puede estar en juego. No hay derecho a que sujetos de mala índole estén haciendo trampa en entornos en los cuales debe primar la meritocracia y donde sólo deben alcanzar el justo reconocimiento académico los estudiantes que se esfuerzan por avanzar en la noble empresa del saber para servir con altruismo. Es una desgracia que en este país todavía sea real el viejo chiste de la Vuelta a Colombia: “En estos momentos va en la punta el ciclista López. Va pasando raudo por las instalaciones de la Universidad. Recibe el aplauso de muchísimos aficionados que le hacen calle de honor a lado y lado de la vía. Pasó por la Universidad el campeón, el Doptor López”.

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