El río es colosal. Hace sentir minúsculo todo alrededor, incluso aquellos árboles de 40 y 50 metros que lo rodean, con follajes que tragan luz. Por momentos parece un mar de agua dulce que renuncia a las orillas. Los nativos brasileños, peruanos y colombianos levitan allí en sus canoas de maderas centenarias. Los monos chillan en orquestas que montan de tramo en tramo y los pájaros cruzan en bandadas eternas que salpican el cielo.
El Amazonas, el bosque tropical más grande del mundo, cuyo meridiano es ese río imponente, enfrenta hoy los tiempos de mayor amenaza de su existencia:
Del lado de Colombia, están las bandas bestiales y depredadoras que esculcan el oro y el coltán, que descuajan cientos de hectáreas de selva para implantar matas de coca...