Diciembre tiene un lenguaje singular, un modo diferente de vivir. La manera de sentir, pensar y hablar cambia en este mes. La atmósfera, la luz del sol, las noches estrelladas. Almacenes, viajes, vestidos, comidas. El ir y venir de la gente.
Si alguna vez tiene sentido hablar de una estrella, es diciembre. Jesús es la estrella que ilumina, calienta, entusiasma por el solo hecho de existir, de brillar.
En diciembre todo ser humano sabe qué es una corazonada. No necesita entenderlo ni que se lo expliquen. Como ver para los ojos, la vida es así. La grandeza soberana hecha pura pequeñez.
Lo que pasa en diciembre tiene nombre propio, Jesús de Nazaret, el protagonista de todo. Hasta el que no cree, siente la necesidad de creer. Una fuerza desconocida...