Por GUILLERMO E. ARISMENDY DÍAZ
A qué extremos perniciosos puede haber llegado este país que, mientras la delincuencia hace y deshace, matando, robando, secuestrando o poniendo bombas en cuarteles, los policías de la Patria se dedican a perseguir vendedoras de empanadas y a sancionar a los empanado-dependientes.
El operativo policial llevado a cabo hace unos días en Bogotá para incautar un plato de empanadas y multar a la pobre mujer que las tenía para su venta, es un síntoma grave de la enfermedad oficial. Duros con los humildes.
Más grave aun es el hecho de que ese procedimiento policial de la empanada, está ocurriendo en todos los poblados de Colombia. La gran prensa no lo sabe. No lo denuncia, porque es un tipo de abuso larvado, urticante... solitario.
Como no es un asunto de connotación, a nadie le importa que pase, que siga pasando, y que maltraten con la ley a los de abajo, a los que sufren, a los que no tienen otro camino que vender una empanada.
Peor que eso es saber que esas tareas indignas que están cumpliendo los policías en todas las poblaciones de Colombia, se inscriben en el ámbito de las exigencias institucionales de reportar “positivos” policiales, de los guardianes de la sociedad. Se sabe que, en todas las estaciones de policía, se están exigiendo resultados de control ciudadano en relación con las conductas que trae el nuevo Código de Policía, elaborado por unos señores a los que no les duele el hambre, y poco les importa el drama social y la vida feliz de la ciudadanía. Qué podrá importarle al Congreso de Colombia el drama de los pobres más pobres, que tienen que tomarse las calles para arrancarle una moneda a los transeúntes y una migaja de pan a su negocio triste de las empanadas, para no citar sino ese ejemplo descorazonador.
Urge una dirección policial con sentido de las prioridades de gestión y no simplemente, apegado a los reportes de estadística, para mostrar en sus informes de gestión que han hecho mucho por la ciudadanía... como perseguir a vendedoras de empanadas, a campesinos que van al pueblo a vender una gallina... en fin.
Son acciones tan irracionales contra el pueblo que, razón le asiste a tantos que desdicen de lo que hacen las autoridades por la paz y la concordia ciudadana.
Solo falta que salga el fiscal general rodeado de la Fuerza Pública a anunciarle al país que han logrado dar con los capos del cartel de la empanada.