Las tremendas congestiones en aeropuertos y estaciones de buses y trenes en la temporada de Navidad y Año Nuevo tienen importancia muy superior a la de un dato estadístico en ascenso. Indican la potente voluntad de unión y reencuentro de las familias separadas por las distancias del trabajo y el estudio a lo largo y ancho del mundo. Esta realidad, de la familia que clama por mantenerse íntegra, es ignorada o subestimada por políticos y gobernantes, e incluso por planificadores sociales, que la miran como institución de escasa relevancia, cuando no la consideran desechable por innecesaria.
En la víspera de la Nochevieja no cabría un alma sentada más en la monumental estación de Atocha de Madrid, ni en las salas del aeropuerto de Barajas. El movimiento...