En el curso de una tormentosa sesión, ha sido elegida por el Senado la doctora Diana Fajardo como magistrada de la Corte Constitucional. Nada tenemos contra ella, y por el contrario, confiamos en que su inteligencia y carácter le permitirán, tras su juramento, desembarazarse pronto del compromiso, los condicionamientos y las ataduras que públicamente le quisieron imponer algunos de sus electores.
Fue inaceptable la falta de responsabilidad de senadores que, desde los micrófonos o recorriendo las curules senatoriales, amenazaron a sus colegas afirmando que, si no elegían a la doctora Diana, las Farc acabarían con el Acuerdo de Paz, “se pararían de la mesa” y regresarían a la guerra.
Una forma de extorsión con la cual fueron irrespetados el propio...